Entrevista con Amparo Jiménez
EN CONVERSACIÓN CON AMPARO JIMÉNEZ
Hoy charlamos con Amparo, una guerrera que se enfrentó al cáncer de mama con valentía y determinación. El camino no fue fácil pero con apoyo de sus seres queridos y su perseverancia salió victoriosa de una lucha muy dura. Aquí nuestra entrevista con ella.
Amparo, ¿cuándo y cómo te enteraste de que sufrías cáncer de mama?
Cuando cumples 50 años te comienzan a hacer revisiones rutinarias y en unas de esas primeras revisiones se dieron cuenta de que se apreciaban en mis resultados unas “microcalcificaciones” en las mamas de las que algunas eran dañinas.
Las microcalcificaciones son diminutas manchas de calcio que se ven en una mamografía. La mayoría de las veces, no son un signo de cáncer. Sin embargo, puede ser necesario revisar estas zonas con mayor cuidado según la apariencia que tengan en la mamografía.
¿Cómo te sentiste al enterarte de que sufrías cáncer? ¿Y tus seres queridos?
Sentí mucho miedo. Era navidad y cuando vine del médico el día que me anunciaron que tenía cáncer, me fui a la casa de una de mis hijas y nada más entrar por la puerta empecé a llorar. Mis hijas conmigo. Ellas se deben acordar de eso.
Tenía muchos nervios, no podía estar quieta. Recuerdo que teníamos que comprar un disfraz de pastor a mi nieto e “iba como las locas” de tienda en tienda. Sentía que tenía que hacer muchas cosas. Sentía que el tiempo se me escapaba.
¿Cómo fue el proceso de recuperación y de sobrellevar el tratamiento?
Me quitaron parte de esas microcalcificaciones dañinas pero no se solucionó del todo. A los 5 años, en otra revisión los médicos vieron que habían vuelto a aparecer. Entonces ante el riesgo de que volvieran a ser dañinos pues me quitaron la mama. Pero no me tuvieron que dar quimio. Mi tratamiento era de radioterapia.
La radioterapia es una forma de tratamiento basada en el empleo de radiaciones ionizantes para tratar distintos tipos de cáncer como, por ejemplo, el de cabeza y cuello, mama, vejiga, pulmón, bien para curarlos o para retrasar su progresión.
No tuve problemas. Hay gente que se le irrita la piel, salen llagas, pero yo tuve la suerte de que me sentó bien el tratamiento. Ya cuando pasarón unos años, me dijeron que ya no hacía falta más tratamiento, que se había acabado. Ya solo había que controlarlo a través de mamografías rutinarias.
¿Fuiste optimista durante el tratamiento? ¿Hubo bajones?
Claro que había bajones, al principio no era nada optimista. Recuerdo decirle a mi marido “dos años me quedan de vida Juani”. Después me arrepentía, no tendría que haberle dicho eso. Era profundizar aún más en lo malo, y no era lo idóneo en ese momento.
Mi familia y mis amigos venían a visitarme “cada dos por tres” para distraerme y que no pensara en la enfermedad pero yo en muchas ocasiones recuerdo estar agobiada. Necesitaba estar tranquila. Ellos lo hacían para que no me viniese abajo pero lo pase mal, no te voy a engañar.
¿Cómo te sentiste al saber que todo había terminado?
Recuerdo que el tratamiento iba funcionando y las revisiones daban buenos resultados por lo que cada vez me sentía mejor conmigo misma. Pero el día que me dijeron que ya estaba, que ya había terminado, fue una liberación. Toda la familia estaba muy contenta.
Nos has concedido esta entrevista, ¿eso quiere decir que tratas el tema con naturalidad? ¿Consideras el cáncer como tema tabú?
No, ya no, ha pasado mucho tiempo. Pero es cierto que al principio sí. Recuerdo que mi hija mayor me aconsejó que me hiciera socia de la “Asociación contra el Cáncer de Mama” o la “Asociación Esperanza” en las que se reunían grupos de mujeres y contaban la experiencia de cada una pero no quise. No quería hablar del tema. Ahora no me importa.
¿Has seguido realizándote pruebas y chequeos?
Sí, y son muy importantes. Me acuerdo que a mí me detectaron el cáncer por una mamografía rutinaria. Y lo pillaron a tiempo. Aunque me quitaron una mama, no llegue a tener un tumor, eran microcalcificaciones. Además, eran in situ, no se habían ramificado, por lo que tuve suerte.
Son muy importantes los chequeos y por supuesto que sigo realizándomelos. No cuestan nada y pueden llegar a salvarte la vida.
Para terminar, ¿qué consejos le darías a una persona que sufre lo mismo que te pasó a tí?
No dejarse. A la primera que sientas que algo no va bien, ir al médico. También rodearse de la familia y de los amigos, que van a estar ahí para todo. Por último tener siempre en mente que de aquí se sale, que se puede con todo.
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